
Había una vez un cangrejo ermitaño que se llamaba Taño. Un día Taño cuando era pequeño tomó un buche de una botella que había tirada en la playa. A las cinco horas se puso más grande, creció unos 10 centímetros. Y tuvo que cambiar de concha. A las 5 horas siguientes creció 10 centímetros más y de nuevo tuvo que irse a otra concha. Y así todos los días. Un día quedó con su amigo Willie. Quedaron a las 7:00 en su concha, pero hubo un problema ya que se hizo más grande y tuvo que cambiar de concha. Cuando llegó su amigo Taño no estaba y Willie se creyó que le había dejado plantado. Al día siguiente Taño se encontró con Willie y Taño fue a hablar con él y le dijo: -¡¡Hola Willie!! Hay un problema, cuando yo era pequeño bebí de una botella que había frente a mi concha, y a las cinco horas crecí 10 centímetros y me tuve que cambiar de concha. Y eso me pasó ayer. -¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Estás predicando en el desierto!!!!!!!!!!- dijo Willie. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Y si te escuchara te diría que es una escusa tonta, no la utilices más!!!!!!!!!!-dijo de nuevo dando voces. El se fue llorando desconsoladamente porque a la vez recordaba que su madre había muerto y no tenía su hombro para llorar en él. Y así se estuvo dos días enteros cambiando de concha y llorando amargamente. Taño iba dos días a la semana al gimnasio, Martes y Jueves, al igual que Willie porque eran muy amigos y se apuntaron el mismo día a la misma hora. El Jueves se estuvieron allí de 5 a 7 y a las 7 Willie se dió cuenta de que Taño había crecido y se tenía que haber ido a buscar una concha nueva porque la había roto. A la mañana siguiente Willie buscó a Taño y lo encontró, Willie le pidió disculpas y se perdonaron. Willie y Taño viajaron en busca de alguien que curara lo que le pasaba a Taño y al final la encontraron. Se llamaba “mama Odie” y con una poción lo solucionó. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
0 comentarios:
Publicar un comentario